3 retos perpetuos del Consejero Profesional Independiente
Asumamos un Consejo Directivo funcional que en su conformación fueron balanceados los Consejeros Ejecutivos, los Consejeros con Acciones de Control (total o parcial) y los Consejeros Independientes.
Pensemos que es un Consejo que revisa con disciplina de método los puntos ordinarios que la normatividad obliga, pero que –además– siempre guarda tiempo para deliberar con profundidad temas estratégicos o asuntos sensitivos que se juzgan relevantes en el periodo.
Demos por hecho que ese órgano directivo tiene diversidad de perfiles, formaciones y trayectorias profesionales y que todos sus integrantes pueden hacer uso de la voz con la legítima intención de cuestionar, orientar y contribuir.
¿Qué retos perpetuos tiene la función del Consejero Independiente en el mejor interés de todas las partes involucradas de la empresa? ¿Qué debe mantener en mente cada vez que revisa documentos, prepara sus intervenciones y supervisa la ejecución?
1) Siempre desafiar de forma constructiva.– No se trata de cuestionar al punto de la incomodidad insalvable, ni de callar llevando la presencia a la inutilidad práctica. El Consejero –especialmente el independiente– debe preguntar con tino y tono, evaluar los asuntos que otros preferirían posponer, moderar los intereses naturalmente parciales y retar el desempeño del Director General y su equipo en forma propositiva.
En palabras del experto en gobierno corporativo José María Urquiza de Spencer Stuart, el consejero debe tener claro que “no se trata de tener siempre la razón” sino de “construir entre todos para orientar mejor al staff”.
2) Identificar y calibrar riesgos. – Y ello supone estar lo suficientemente compenetrado en la dinámica del negocio, al punto de aprender a detectar peligros, conflictos, inseguridades o evasiones que no estén siendo oportunamente gestionados o mitigados de la mejor forma posible.
3) Prever la sucesión de los puestos más sensitivos. – Empezando por el fundador, el accionista mayoritario o el director general estrella. Es el independiente quien está en mejor posición para advertir escenarios de salidas no previstas o faltas no planeadas de quienes manejan la cotidianidad de la organización.
El independiente puede y debe traer a la mesa armónicamente los temas de relevo y sucesión con la periodicidad que juzgue necesaria en cada empresa.
El Consejo de Administración es un órgano colegiado de gobierno y administración. No es una junta de acompañamiento incuestionado.
Cierto. Es un espacio de convergencia de intereses diversos, pero si está bien configurado y goza de la asistencia continua de sus integrantes, resulta un grupo de dirección y vigilancia que define proactiva e inteligentemente la estrategia y que evalúa y controla el desempeño de la alta dirección.
Bien dice José Ma. Urquiza a los que aspiran a ser Consejeros Independientes: “No quieres estar en cualquier Consejo de Administración; tienes que estar en aquellos que se alineen a tu personalidad, intereses y valores”. Y es que sólo así se maximizan las posibilidades recíprocas de creación de valor.