De la reacción oportuna dependerá si tu empresa sobrevive
Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 23 de marzo de 2020
No importa en qué industria estés, ni qué tamaño tengas, ni cuál sea tu mercado más relevante.
En los siguientes seis meses tu compañía vivirá retos literalmente extraordinarios. Enfrentará problemas de toda índole y, si encuentra una forma rentable de sobrevivir, requerirá ajustes que no van a estar exentos de riesgos y dolor.
Y es que el mundo está ya en una crisis multifactorial, de proporciones que resulta todavía imposible medir con exactitud y de una duración indefinida.
En su definición más simple, crisis es una situación grave y normalmente brusca, que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso. En las escuelas de negocios, el término se usa para referir todo acontecimiento –interno o externo– que afecta tu competitividad.
Ante las crisis, suele haber distintas maneras de reaccionar entre quienes dirigen los destinos de una organización. Aquí tres para la reflexión:
- Los que evaden.-No importa si el deterioro de su entorno es de gravedad superlativa, argumentando que el problema todavía no ha explotado o no tiene una proporción que amerite su involucramiento, apartan su atención del asunto, se distraen en otros temas que consideran prioritarios y evitan la dificultad que la circunstancia les impone.
- Los que conflictúan.-Ante el muy común caso de que un problema complejo tenga opciones sensibles entre las cuales decidir o costos relevantes que procesar, impiden con indecisión, con confusión o con formas estridentes la toma de decisiones convenientes y razonablemente oportunas.
- Los que deciden.-Y difícilmente tendrán la capacidad para decidir bien y a la primera todo asunto, pero no les falta determinación, seguridad o firmeza para ordenar que se hagan cosas. Saben que si sus decisiones muestran desatino o insuficiencia, con la nueva información disponible, ajustarán sus decisiones con la mayor agilidad que esté a su alcance.
No hay una fórmula única para responder a este entorno de alto grado de complejidad. Cuando las crisis se presentan, ni a todos los sorprende parados financiera u operativamente igual, ni todos reaccionan con las mismas ideas o los mismos reflejos.
Con cierta demanda que muere por minuto, balances financieros que se deterioran por segundo, restricciones operativas que tenderán a agravarse, angustia en infinidad de colaboradores y estructuras gubernamentales que ayudan poco o casi nada, no tardará mucho todo director o directora en sentirse abrumado.
Vienen días que requerirán pensar, horas que necesitarán muchas nuevas ideas viables para ser puestas en práctica e infinidad de minutos de decisiones complejas.
Y sólo aquellas empresas que sobrevivan razonablemente para los inicios del 2021 podrán afirmar que fueron testigos de una de las más grandes recesiones mundiales de las que haya registro y podrán narrar el antes y el después en la configuración de sus respectivos negocios y cadenas de valor.