La Realidad Líquida: 3 fenómenos para entender una crisis plagada de fuerzas disruptoras
Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 13 de julio de 2020.
Vienen en todas las direcciones. Se sienten con intensidad extraordinaria. Así son las fuerzas disruptoras de nuestro entorno de negocios.
Vivimos un cambio estructural en las circunstancias en las que operábamos los más, con retos de proporciones insospechadas y en múltiples frentes de nuestro quehacer profesional. Por distintas razones, los mundos de muchos están en crisis.
Palabras más, palabras menos, bien decía el filósofo y profesor Leopoldo Polo que a un individuo u organización le estalla una crisis “cuando las circunstancias cambian y la manera de hacer las cosas ya no resuelve nada”.
Al margen de sus efectos económicos inmediatos, ¿qué fenómenos es posible identificar que nos permitan entender mejor esta crisis de forma estructural? Aquí tres para la reflexión directiva:
1) Las líneas están desdibujadas.- Y no sólo en cómo percibe un cliente el valor del bien o servicio que le ofrece una nueva compañía o una empresa de larga trayectoria, sino dónde inicia la venta, la distribución, la logística, el fondeo, el almacenaje, el flujo de la información y demás.
Un fenómeno compuesto de mercados contraídos (ultra-competitivos) con la tremenda velocidad de adopción de nuevas tecnologías, tiene desdibujadas las fronteras de responsabilidades corporativas, de la intermediación, de la responsabilidad fiduciaria ante un cliente y de la transaccionalidad como la conocíamos.
2) Hay más preguntas que respuestas.- Hasta el directivo más seguro de sí mismo se autobombardea con interrogantes de toda índole. Con temores ante el deterioro de lo que ya está mal o el fracaso de lo que se implementa para pretender resolver.
Nadie tiene la respuesta perfecta. Todos estamos expuestos al error garrafal. Sí, hay unos más rápidos para reaccionar o más astutos para resolver, pero ello no elimina que impere una sensación de incógnitas casi perpetuas hasta que se vaya viendo la luz al final del túnel.
3) Impera la sensación de ser un verdadero novato.- Y es que si lo que hacías entre bien y muy bien ya no resuelve nada o resuelve muy poco, entre que defines qué cosas nuevas tendrás que aprender para mantenerte vigente y competitivo, lidias con una sensación de novatez que raya en la desesperación.
Puedes ser experimentado en ventas presenciales, pero resultas un perfecto inexperto en ventas digitales. Puedes ser un experto en diseño de cadenas de valor, pero te encuentras como un principiante cuando en tu industria imperan restricciones e incumplimientos.
Empresarios, profesionistas y directivos requerimos repensar prácticamente todo. Mucho de lo que hacíamos o cómo lo hacíamos está estructuralmente cuestionado en una realidad que defino como líquida, porque –por meses– no tendrá una forma definida. Será una realidad que una semana proyectará mejora plausible y otra, deterioro agravado.
Quienes dirigimos una organización estamos descifrando el laberinto perfecto. Gestionando la sobrevivencia de la compañía o de nuestro quehacer profesional, al tiempo en que moldeamos –lo más ágilmente posible– nuevos ‘casi todo’ para mantener nuestras unidades económicas viables y competitivas.
Al final, con más tecnología, con mercados extendidos y con productos o experiencias que respondan a la nueva complejidad, las empresas que sobrevivan deberán seguir siendo lo que deben ser: entidades generadoras de valor económico, de valor humano y de valor social.