No revises tu WhatsApp al amanecer
Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 09 de agosto de 2021.
El acto es mecánico para muchos. Una tentación abrumadora para otros. Una forma de subsanar la incómoda sensación de haberse perdido de algo.
Miles amanecen y lo primero que hacen es revisar su WhatsApp o, para efectos equivalentes, su correo electrónico. Responden de inmediato lo que juzgan pertinente o se quedan pensando en los asuntos que la casuística de los envíos ha puesto frente a sí. Su atención más fresca la ponen al servicio de las prioridades de alguien más.
En su definición más simple, atención es la aplicación voluntaria y sostenida de la actividad mental y de todos tus sentidos en un determinado asunto. Es un proceso conductual, temporal e intencionado que –en el mejor de los casos – busca un determinado resultado.
¿Por qué no deberíamos revisar nuestro sistema de mensajería como primera actividad de cada mañana?
Aquí tres razones para la reflexión directiva:
1) Revisar mensajes por impulso es intrínsecamente reactivo. – Salvo asuntos que requieran atención proactiva en función de prioridades circunstanciales, gravitar alrededor de los mensajes o solicitudes de terceros es empoderar la agenda de los emisores, no la propia.
Es tan fácil acabar siendo succionado al “tener” que consumir o responder textos de toda índole en distintos sistemas de comunicación digital, que resulta central acostumbrarse a filtrar lo valioso e importante por encima de lo inercial.
2) Priorizar implica desarrollar atención selectiva. – Y es que cuando todo es prioridad, nada es prioridad.
La dinámica de atención de asuntos, la revisión concentrada de reportes, documentos o proyectos obliga a enfocar el 100 por ciento de la concentración en eso que resulta relevante en tu contexto específico del día o la semana. Posponer lo que más agrega valor por actividades tan misceláneas como desordenadas, es una de las mejores formas de procrastinar el alto desempeño.
3) Hay que evitar los distractores intermitentes. – No importa si son tecnológicos o analógicos, muchos de los sistemas de comunicación que nos rodean (de reporte, noticiosos o de esparcimiento) están diseñados para captar o disponer de nuestra atención sin consulta previa.
Resulta tan indispensable construir momentos de reflexión, de pensamiento y de silencio constructivo, como aprender a aislarse de los entornos multipantallas o llenos de avisos no solicitados de temas intrascendentes.
El WhatsApp y el correo electrónico son dos mecanismos de comunicación que, bien utilizados, resultan fundamentales para el buen actuar profesional. Pero hay que parametrizarlos o ajustarlos para que respondan a nuestra estructura de intereses, a nuestros ciclos de concentración y energía (diurnos o nocturnos) y, por supuesto, a nuestra disposición óptima de tiempo para accionar a lo que requiere ser meditado, creado, analizado o respondido.
Es una magnífica práctica apagar los avisos de todos los sistemas y aplicaciones de tu teléfono inteligente, tableta y computadora personal. Dejar de recibir ‘globitos’ o soniditos cada vez que un humano o un algoritmo decide enviarte un mensaje o correo, ayuda a que tu mente se mantenga en un mismo punto focal mientras tú así elijas hacerlo.
Lejos de estar revisando inercialmente mensajes, hay que aprender a asignar las unidades de energía más frescas de tu día a los temas más productivos en tu esquema de responsabilidades o prioridades. Y es que, en la vida como en los negocios, los resultados se producen donde pones tu real y sostenida atención.