DO´s & DON´Ts en un panel de discusión que busca resultar relevante
Se anunció como un panel de las 4 grandes. Tenían 50 minutos para interactuar. Resultó un perfecto ejemplo de lo que nunca se debería hacer.
El moderador le cedió la palabra al primer miembro del panel quien increíblemente consumió casi 20 minutos exponiendo 9 láminas ante la notoria incomodidad de los otros 3 panelistas. El segundo, con sus láminas también, consumió 15 y el tercero otro tanto. Al cuarto le pidieron en público que fuera breve y, con notorio disgusto, cumplió.
La primera ronda ya se había excedido de tiempo y la discusión no había empezado. No resultó sorpresivo que las únicas dos preguntas que el moderador atinó a hacer resultaron en intervenciones apresuradas de los cuatro. El contraste de opiniones brilló por su ausencia.
En su definición más simple, un panel es una reunión de varios expertos para hablar de un tema específico frente a una audiencia determinada. No importa si es en televisión, en un evento corporativo o en un espacio académico, la expectativa es que los panelistas expongan su opinión o su punto de vista sobre el o los temas que el moderador va poniendo sobre la mesa.
¿Qué debemos considerar cuando estamos invitados a participar en un panel? ¿Qué debemos evitar en beneficio de la audiencia que espera interacción y contraste? Aquí 3 reflexiones para nutrir el dinamismo y la relevancia que una audiencia suele esperar:
1) El moderador modera. – Antes de subir al escenario repasa la expectativa de la experiencia con los panelistas, asigna tiempos iniciales, centra los temas, los mantiene en línea corrigiendo desviaciones, atenúa los abusos de la palabra y mantiene el balance de los contrastes y la reflexión. Al final puede o no recapitular, pero no es un panelista más, es el ordenador de la conversación.
2) Más participaciones cortas y menos intervenciones largas. – Un panel puede partir de una ronda de reflexiones iniciales, pero –por definición— éstas deben ser cortas y directas. Agotada esa primera ronda (con respeto de tiempos), el moderador debe iniciar con preguntas bien dirigidas para los panelistas que produzcan oportunidades de pronunciamientos relevantes, de reflexiones nuevas y de contrastes saludables. Un buen panel tiene muchas intervenciones cortas y pocas exposiciones largas.
3) No todos tienen que responder la misma pregunta. – Si un miembro del panel ya respondió con habilidad y profundidad, otro panelista no debe tomar la palabra para repetir lo mismo. Se vale contrastar o se pueden bordar reflexiones con ángulos distintos, pero no se debe de caer en la dinámica de “estoy de acuerdo”, “yo también”, etc. Entre más diversidad de opiniones y sentires arroje la conversación, más útil resultará para la audiencia.
Un panel no es una suma de mini-conferencias. Es un coloquio, un diálogo diverso, que produce mayor interés cuando se ve enriquecido por la elocuencia, la capacidad de síntesis y el buen humor de sus integrantes.
Cierto. Mucho del éxito se produce en la buena selección de quienes lo integran y de quien lo modera, pero de lo que no hay duda es que un buen panel se enriquece con el disenso respetuoso y el saludable contraste de perspectivas.