Del tamaño incómodo a la metamorfosis digital
Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 6 de agosto de 2018.
No importa el negocio que dirijas, la industria en la que participes o el portafolio de productos que manejes. En la vida empresarial hay más de un día en el que tienes una sensación de tamaño incómodo.
Sigues siendo chico para ciertas cosas, pero todavía no eres lo suficientemente grande para otras que te gustaría hacer. Distintas áreas del negocio te muestran que ya no puedes permitirte ausencias o limitaciones estructurales, pero no alcanzas el volumen o escala suficiente que resulte en un nuevo nivel óptimo para una operación superior.
Lograr una optimización inteligente y rentable del tamaño de la empresa, normalmente obliga a crecer. Pero en la era digital, no sólo implica alinear intenciones empresariales, con capacidades financieras, sino implica una evolución tecnológica ineludible.
¿Cómo resolver los retos de la transformación digital, al tiempo en que superamos ese tamaño incómodo? Aquí 3 puntos para la reflexión directiva:
1) No es una modernización tecnológica, sino una metamorfosis digital.-Escalar no se limita a modernizar sistemas o rediseñar métodos de trabajo. La era digital supone evaluar y recombinar todo modelo o proceso de negocios para operar digitalmente mejores soluciones para tus clientes. Empiezas analógicamente con momentos de interacción digital y te transformas en un ente digital con momentos de interacción analógica de alto valor.
2) El enfoque debe estar en los puntos de dolor de tus clientes.- Toda evolución empresarial, con su respectiva transformación digital metamórfica, debe tener en el centro mejores soluciones para los clientes rentables del negocio. Cualquier mejora en cobertura, velocidad, extensión de servicio, capacidad de respuesta, opciones o precio debe gozar de una alta apreciación para clientes presentes y futuros o simple y llanamente no hacerse.
3) Si no es visiblemente monetizable, es inútil.- Cierto, toda transformación tecnológica te debe permitir tomar mejores decisiones, con mayor rapidez y dentro de una estructura de control directivo, pero también es necesario que todo cambio asociado con la aplicación de tecnología produzca nuevos beneficios tangibles y directos para clientes que estén dispuestos a pagar por ello y que, a determinado tamaño, esa operación pruebe ser rentable para sus inversionistas.
Detonada muchas veces por ese tamaño incómodo, toda transformación produce tensión estructural. Y es que para convertirte en una empresa distinta y de un nivel superior, dejas de ser eso que eras antes para convertirte en un ente estructuralmente distinto.
Cierto. Algunas veces el mercado puede ser una limitante o el entorno puede presentarse como una restricción para tal transformación. Pero pocas veces es así. La mayoría de las ocasiones, el verdadero impedimento es el día que dices “yo ya estoy aquí”. Ese día empiezas a quedar competitivamente atrás.
Por ello, en el deseo de lograr un tamaño óptimo, conviene estar atento a la sensación del tamaño incómodo. Sólo así nos enfocamos en gestionar permanentemente una operación óptima, con un crecimiento sostenible y con inversiones soportadas en oportunidades de mercado, cuyas ventanas se abren sólo para quienes pueden o podemos atenderlas con pericia comercial.