Persistencia: posibilidad de todos, pero virtud de pocos
Es tan sencillo abandonar una intención en el mundo de hoy. Es tan fácil distraerse en nuestra cotidianidad. Resulta tan natural que alguien te diga que ya cambió de propósito en alguna esfera de su vida, que tiene un gran mérito en nuestra era que alguien demuestre persistencia en un determinado quehacer.
Sea porque busca nuevos clientes para su empresa un día sí y otro también o porque ha decidido formar los mejores alumnos que una institución pueda brindar. Sea porque además de ir a la escuela, baila con disciplina extrema seis días a la semana. Sea porque estudia con compromiso sus listas de ‘spelling’ cada tarde en preparación para un concurso o en búsqueda de una nueva oportunidad profesional. El que persiste potencia sus posibilidades de éxito.
En su definición más simple, persistencia es la insistencia, firmeza y empeño en la ejecución de algo. Implica permanencia en una actividad o suceso durante un tiempo prolongado, pero además requiere constancia en una acción o situación.
La esencia de la persistencia es un propósito definido: un qué y para qué. Y si bien su existencia es nutrida por un deseo activo de cumplimiento, requiere tres ingredientes prácticos para que ésta nos fenezca:
1) Un plan definido con acciones tan continuas como alineadas.- Cuando se pretende permanecer en una intención, el individuo organiza su tiempo y administra su energía en función de las actividades que su plan convierte en prioritarias. Cada acto y su secuencia lógica cobran sentido en función del propósito. El enemigo de cualquier plan suele ser el desorden y la improvisación.
2) Una mentalidad que aleje todas las influencias negativas.- Hay tanta gente que externa opiniones desconcertantes o que inducen duda en quien persiste, que conviene mantener distancia de aquellos que no sólo no contribuyen al propósito, sino que esparcen óxido verbal al dinamismo de tu compromiso. El enemigo del buen hábito es el distractor improductivo.
3) Una alianza amistosa con quien te estimule a seguir adelante.- Lo semejante atrae a lo semejante. Razón por la cual hay que cultivar a quien se asemeja a tu forma comprometida de ser. Los círculos virtuosos se crean y se mantienen. Los grupos afines acompañan con dinamismo solidario y producen mancomunidades.
Ser persistente no es sinónimo de terco. Ese que mantiene sus ideas o actitudes con obstinación aún y cuando se le ofrezcan razones convincentes para atenuarlas o cambiarlas. Quien persiste ajusta, cambia, modifica, atenúa, acelera, crece, disminuye o proporciona según lo que convenga a su propósito definido.
La persistencia es una virtud a cultivar en niños y jóvenes y a celebrar en los adultos y mayores. El que persiste no es perfecto, ni carece de limitaciones. Pero es bien sabido que muchas veces la perseverancia compensa la falta de otras aptitudes. Y es que en el análisis de lo contrario, no es difícil encontrar individuos que poseen enormes cualidades para un mismo propósito pero que simple y llanamente no tienen la voluntad para perseverar en el objetivo.
No es casual que digan los sabios que la persistencia es una posibilidad de todos, pero una virtud de pocos.