¿Qué hacen los negocios que sí crecen?
Sí, el ritmo de la economía mexicana está rozando el cero. La inversión está afectada por la cautela y muchos directivos están siendo particularmente cuidadosos con cada decisión. Y aunque el entorno es el mismo para todos, la realidad de cada empresa no es igual.
Mientras unos se duelen ante la reducción de ventas, el deterioro de sus balances financieros o el surgimiento de nuevos problemas, hay negocios que están creciendo sus ingresos, empresas que están lanzando nuevos productos o decidiendo nuevas inversiones en mercados y jurisdicciones que antes no habían volteado a ver.
¿Qué observo que están haciendo las empresas que están navegando mejor estos tiempos de incertidumbre disgregada?
1. Asumir una nueva complejidad estructural.- No ven esta realidad como algo pasajero. La leen como un nuevo ambiente de negocios que implica nuevas reglas del juego. Unas que favorecen ciertas partes de la operación y otras que le agregan nuevas complejidades.
Un nuevo escenario competitivo crea tanta tirantez interna, como riesgos externos, pero muchos están convirtiendo el reto en tensión proactiva y en revisión pragmática.
2. Repensar el negocio en todas sus aristas.- No con pequeños ajustes circunstanciales, como si se estuviese gestionando una variación de corto plazo, sino con una lógica de recombinación de factores para la gestión de un cambio estructural de su respectivo mercado.
Sólo al interior de cada negocio se sabe en dónde los agarró este entorno con los dedos en la puerta o en dónde se les configuraron nuevas oportunidades antes no visualizadas; pero en todos los casos –para crecer– se han alineado intenciones con nuevas capacidades.
3. Foco obsesivo en las prioridades críticas.- Dueños y directivos están ultra, archi, recontra enfocados en gestionar las variables del negocio que se han convertido en situaciones críticas o en nuevas ventanas de oportunidad.
Todo lo demás es secundario, delegable o eliminable. Y es que cuando todo es prioridad, nada es prioridad.
Paradójicamente, los frenos inesperados y las contracciones económicas tienen ciertos positivos. Decantan competidores débiles o marginales; obligan a revisar eficiencias mínimas en cada unidad de costos; y exigen justificar cada peso de capital invertido o energía consumida en toda unidad de ingresos.
Pero lo más relevante de todos los que veo creciendo es que han eliminado interferencias y retomado la priorización perpetua en aquello que realmente produce rentabilidad y resultados.
Bien suele decir el viejo lobo de mar Warren Buffet, (en tiempo inciertos) “mientras unos lloran, otros venden pañuelos”.