Si hay algo que caracteriza a la vida empresarial es la incertidumbre
Columna originalmente publicada por el periódico El Financiero 29-04-19
Muy pocas son las ocasiones en que el empresario tiene certeza de lo que va a ocurrir. En el mejor de los casos goza de un pronóstico razonablemente fundamentado, pero inevitablemente dependiente de que múltiples variables se alineen en su respectiva realidad. Unas que controla y otras que no.
Y es que la vida de un negocio ocurre en un entorno en donde siempre existe la posibilidad de que algo que no se quiere ocurra. Te roban un camión, una nueva norma retrasa un insumo, un incendio en otra latitud retrasa entregas, un político desacredita tu marca en público o un ejecutivo clave tiene un accidente. No hay actividad de empresa libre de contingencias.
En su definición más simple, una contingencia es un hecho que puede o no suceder, pero que cuando sí sucede se constituye en un problema o complicación que se plantea de forma imprevista.
¿Cómo aproximarse al análisis de posibles contingencias en la compañía? Aquí 3 elementos para la reflexión:
1) Construye un portafolio de contingencias previsibles.-Todo aquél suceso identificable que pueda alterar u obligar a interrumpir negativamente el comportamiento ordinario de tus procesos de negocio debe ser identificado, analizado y ordenado por grado de afectación posible.
2) Ante las contingencias más probables y costosas define cursos alternativos de acción.- Desde el momento mismo en que se relacionan las contingencias, sus probabilidades y sus riesgos objetivos, se pueden y se deben afinar indicadores y procesos para reducir el grado de afectación.
Más importante aún -al visibilizarse- se deben planear y socializar cursos alternativos de acción que permitan responder oportuna y asertivamente para atenuar impactos y, tan pronto se pueda, retomar la normalidad operativa.
3) Asegura los riesgos más sensitivos de las contingencias más sensitivas.- Aquellos riesgos que no se quieran o no se deban absorber en su totalidad, deben ser atenuados con seguros oportuna y adecuadamente contratados; y las primas correspondientes incorporadas a los costos operativos ordinarios.
Hay múltiples formas de gestionar contingencias en la empresa según su grado de complejidad. Lo que nunca debe hacerse es operar un negocio (modesto o de misión crítica) como si éstas nunca se fuesen a presentar. Como si estuvieran libres de cualquier impacto contingente.
Una contingencia mal prevista puede destruir una compañía. Una mal gestionada puede significar costos y distracciones que minen la rentabilidad en un periodo prolongado. En contraposición, una contingencia bien afrontada, con equipos y procedimientos preparados, puede presentarse como un acceso a oportunidades antes inalcanzables.
Dicen los profesionales del riesgo que en la empresa como en la vida misma hay que esperar lo mejor, pero estar preparado para lo peor. Yo me allano a la aproximación pragmática-filosófica que diferencia contingencias de los problemas inherentes de un negocio. Y es que lo contingente es algo que puede ser pero que, a su vez, puede no ser. Y más vale estar razonablemente preparado para cuando sea.